"Utiel a la luz de las velas", una tradición recuperada

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La primera edición de “Utiel, 250 años a la luz de las velas” en 2015 reconcilió a los utielanos con su pasado y patrimonio, comprendiendo el potencial turístico de su ciudad. 

Desde entonces, la sociedad civil ha sabido valorar su potencial y, realmente, ha supuesto un renacer de la localidad. Una “Revolución de las Velas” que vemos con la puesta en valor de las galerías subterráneas (túneles, cuevas-bodegas y refugios), la magnífica restauración de la Iglesia de la Asunción, el rescate de lienzos de la muralla medieval, el lavado de cara del Casco Antiguo (reparación de fachadas, murales y estatuas de la A.C. Serratilla, cartelería turística, etc.), la recuperación de la Casa de la Cadena-Café Salón Pérez o las Jornadas conmemorativas Acción de Utiel-Batalla del Tollo (1812). Todos ellos reflejan un cambio, el cual requiere continuar hacia delante con todavía más fuerza si realmente queremos avanzar tras décadas marcadas por la desidia. Actos como “Utiel a la luz de las velas”, que volveremos a disfrutar los próximos 17, 18 y 19 de junio, sirven como un escaparate de este cambio, enseñando el potencial de Utiel a sus habitantes y forasteros.


El éxito de la primera edición del evento se debió, en buena parte, a la existencia de un antecedente histórico que justificaba firmemente su realización. Para lo cual, ya desde 2014, un servidor ha difundido en distintos medios la noticia histórica de 1764 y demás ritos que explican la recuperación de esta tradición. No obstante, a día de hoy el desconocimiento sobre el origen de “Utiel, 250 años a la luz de las velas” es grande, predicándose errores cronológicos y desconociéndose toda la tradición de luminarias en Utiel. Por esa razón, con las siguientes líneas vamos a hacer un resumen.


En 2014, se cumplió el 250 aniversario de la noticia histórica de 1764, que sirvió de base para la inspiración, un año después, del evento “Utiel, 250 años a la luz de las velas”. Lo acontecido en 1764 lo conocemos actualmente gracias a la inmejorable aportación del historiador Miguel Ballesteros Viana. Según su Historia y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de Utiel, documentada por el desaparecido Archivo Municipal de Utiel, en las décadas intermedias del siglo XVIII, la población había sufrido duramente multitud de desastres naturales: sequías, riadas, pedriscos, plagas de langostas, etc.


La primavera de 1764 apuntaba muy mal igualmente y, por esa razón, a ruego de los colmeneros se trajo a la ciudad la imagen de la Virgen del Remedio “porque su presencia en el templo evitaría también la pérdida de las cosechas de este año”. Casualmente, las nubes de mal agüero se alejaron del término municipal, sin ocurrir incidencias ese verano. Como agradecimiento a la patrona, el gremio de colmeneros, que aún no se había constituido como la Cofradía dedicada a San Isidro Labrador, solicitó a las autoridades municipales y eclesiásticas el traslado de la talla de la Virgen en septiembre para celebrar unas “grandes fiestas”, donde a modo de rogativa “se encendieron entonces tantas luces en el templo como abejas se contaron en un enjambre”. Un acto solemne muestra de fervor religioso donde se engalanó toda la Iglesia de la Asunción Nuestra Señora de Santa María con un enorme número de velas, entorno a las 40.000 luces, por no haber caído la temible “piedra”. En palabras de otro cronista utielano, José Martínez Ortiz: “Habría haberse visto la anchurosa nave de la iglesia alumbrada por tantas y tantas velas, cuya llama vibrante resaltaría más la esbeltez de los muros y columnas bajo la gótica bóveda”.


Sin embargo, con posterioridad descubrimos que ya existían antecedentes a la noticia histórica de 1764. Concretamente alrededor de 1500 (entre los siglos XV-XVI) sabemos que entre las “costumbres piadosas” de la población se encontraba el “cirio benedictus”, una carga religiosa del ayuntamiento “que ardía durante las tormentas y mientras sonaban las campanas, para alejar las nubes tempestuosas”, también encendiéndose el referido cirio en las fiestas de Semana Santa y el día de la Candelaria, siendo señalado entre las primeras solemnidades de aquel tiempo. Esta misma tradición basada en la creencia de poder “partir nulos” (deshacer nubarrones) encendiendo “luces” aún la hemos constado oralmente en Las Casas de Utiel hasta mediados del siglo XX.


En definitiva, a través de estas referencias cronológicas se evidencia la estrecha y peculiar vinculación de las velas con las creencias populares de Utiel durante más de 500 años. Es necesario quitarle la coletilla de 250 años, porque “Utiel a la luz de las velas” es un evento que redescubre una tradición de siglos.

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