​90 AÑOS DE LA “D.O. UTIEL”

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El 8 de septiembre de 1932 fue un día de celebración en Utiel y toda la comarca, y no solamente por festejarse el día grande de la Feria y Fiestas a la Virgen del Remedio. Un día como hoy hace 90 años se creó la “Denominación de Origen de Vinos Utiel” (comienzo de la actual D.O.P. Utiel-Requena). Sin duda, una fecha trascendental en la historia de nuestro territorio y sorprendentemente poco conocida. Por esa razón, queremos profundizar en ella.


Desde el siglo XIV, consta documentado en Utiel un enfoque comercial de su producción vinícola, con una elaboración superior a su demanda interna que le permitía exportar a los pueblos circundantes, que en líneas generales eran incapaces de autoabastecerse. En el siglo XVIII las plantaciones se multiplican, se horada el subsuelo de la ciudad con cuevas-bodegas, se instalan a partir de 1772 actividades industriales como eran las destilerías de aguardiente, así como el germen de un amplio sector lúdico que se aprovechaba de un precio del vino competitivo (2 reales la arroba frente a los 4 reales que podía alcanzar en pueblos vecinos). Toda esta tradición vinatera le permitiría a Utiel tener una ventaja que aprovechó en el siglo XIX, cuando las crisis del viñedo francés (oídium y filoxera) exigió a los mercados internacionales a demandar vino español. De este modo, se desarrolló entre 1840 y 1950 la Edad Dorada de Utiel, una dulce etapa de la historia local que irradió a toda la comarca y definió su actual situación socioeconómica.


Es en este periodo cuando comienzan las primeras intentonas para crear una marca de calidad geográfica bajo la denominación “Utiel”. Inicialmente pensando en las bebidas espirituosas y anisados, en la década de 1840 los productores utielanos llegaron a instalar un establecimiento para vender sus productos en el mismo Madrid, en la plaza Tirso de Molina. Durante esos años, competirían los anises “Utiel” con los célebres anises de Chinchón. De la mano de estos empresarios, surgirían varias asociaciones, entre las que destaca la “Sociedad Vinícola Utielana” (1895), qué tendría una instalación como "Exposición Permanente de Caldos Utielanos" donde poder acoger los distintos embotellados y vinos a granel de bodegas y destilerías de todo el partido judicial (Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles, Requena, Utiel, Venta del Moro y Villargordo del Cabriel).

Paralelamente, desde la década de 1880, con los peores estragos de la filoxera en Francia, la inauguración del ferrocarril Valencia-Utiel facilitó la cotización de estos vinos en los grandes mercados europeos de Cette, Burdeos, París, Hamburgo o Londres. Además, con el fin de vigilar la pureza y calidad de dichos vinos, el Estado comienza a publicar hojas informativas con los precios que se pagaban en cada región vinícola española, haciendo referencia a la ciudad que concentrara las grandes bodegas comerciales enfocadas a la exportación. Utiel recogió ese rol como principal centro vinatero, que, a la postre, disfrutaba de mayor tradición y proyección histórica. Tanto es así, que los mercados internacionales llamaban “Vinos de Utiel” de manera genérica a todas las producciones de la comarca.

En las primeras décadas del siglo XX, ya figuraban en España una docena larga de regiones vinícolas de renombre internacional: Rioja, Jerez, Cariñena, Valdepeñas, Jumilla, Alicante, la propia Utiel, etc. Cada una de ellas, con vinos característicos que en nuestro caso eran tintos comunes de bobal, muy cotizados para dar color y rellenar sin modificar sustancialmente los aromas de otras variedades cuyos vinos eran más demandados en Europa. Era cuestión de tiempo el darle un reconocimiento legal a esta situación, con la creación de mecanismos que regularan la existencia de una calidad diferenciada como consecuencia del marco geográfico.


Durante la Dictadura de Primo de Rivera, en 1926 se promulgó el Decreto-ley de Vinos, pero no sería hasta la II República cuando toma forma la propuesta, encargando en 1932 la redacción de un “estatuto del vino”. Finalmente, el 8 de septiembre de 1932, se publicaba en el número 257 de la Gaceta de Madrid (antecedente del B.O.E.) el decreto del Ministerio de Agricultura e Industria y Comercio por el que nacía el Estatuto del Vino, aunque no sería elevado a Ley hasta el 26 de mayo de 1933. En su artículo 34 quedaban protegidas como “Denominaciones de Origen” un total de diecinueve nombres geográficos, las primeras D.O. de España:


1. Rioja, 2. Jerez (o sus sinónimos Xerez o Sherry), 3. Málaga, 4. Tarragona, 5. Priorato o Priorat, 6. Panadés o Penedès, 7. Alella, 8. Alicante, 9. Valencia, 10. Utiel, 11. Cheste, 12. Valdepeñas, 13. Cariñena, 14. Rueda, 15. Rivero o Ribeiro, 16. Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, 17. Malvasía-Sitjes, 18. Noblejas, 19. Conca de Barberá

Resulta interesante comprobar como el propio Estatuto del Vino de 1932 era tajante respecto a los nombres de las denominaciones geográficas, haciendo referencia comúnmente a la capital vinatera de una región vinícola. Así se aprecia en su artículo 30, donde indica que “se entenderá por denominación de origen, los nombres geográficos conocidos en el mercado nacional o extranjero, como empleados para la designación de vinos típicos que respondan a unas características especiales de producción y a unos procedimientos de elaboración y; crianza utilizados en la comarca o región de la que toman el nombre geográfico”.

A pesar de la creación de la “Denominación de Origen Utiel”, así como la constitución de su primer Consejo Regulador el 20 de diciembre de 1933 a instancia del Sindicato Agrícola de Utiel (actual Cooperativa), la operatividad de la institución con sede en la Estación Enológica de Requena fue muy deficiente en sus primeras décadas. No se definieron aspectos tan cruciales como podía ser los pueblos que abarcaban la zona vinícola de producción. Una fatal dejación que facilitó una serie de cambios estructurales que atentaron contra aspectos esenciales de la D.O. Utiel, como sería cambiar la propia la nomenclatura o poner en cuestión la mera existencia de la entidad.


De este modo, el 23 de septiembre de 1953 una orden ministerial desde Agricultura, donde ejercía de director general Cirilo Cánovas García (requenense que recibió parte de su formación en las Escuelas Pías de Utiel), autoriza la constitución del Consejo Regulador, pero haciendo un sustancial cambio al calificarla como “Denominación de Origen Utiel-Requena”. La modificación del nombre fue recurrida por la Cooperativa Agrícola de Utiel, alegando que generaba confusión en los mercados nacionales e internacionales, donde por más de medio siglo se había consolidado el término “Utiel” para los vinos de toda la comarca. Sin embargo, en 1957 el Ministerio de Agricultura, presidido por el propio Cirilo Cánovas, apostó por una nueva denominación de origen que englobase todas las zonas vinícolas de la provincia de Valencia y que se llamaría “Denominación de Origen Valencia-Utiel-Requena-Cheste”. El intento unificador enfrentó a las distintas partes afectadas, haciendo completamente inoperativa la institución. Lo cual supuso un importante lastre a nuestro potencial vinícola, que además coincidía con un momento clave en el cual estaban consolidándose y alcanzando prestigio las grandes regiones españolas de vinos tintos (en especial las archiconocidas Rioja y Ribera del Duero).


Finalmente, tras la redacción del nuevo Estatuto de la Viña, el Vino y los Alcoholes por el Ministerio de Agricultura de Tomás Allende, en 1975 se dejaba definidas, por un lado, la “Denominación de Origen Valencia” (que absorbía la D.O. Cheste) y, por otro, la “Denominación de Origen Utiel-Requena”. Fue en este momento cuando se define meridianamente el marco geográfico de la D.O., conformado por los municipios de Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles, Requena, Siete Aguas, Sinarcas, Utiel, Venta del Moro y Villargordo del Cabriel. Un territorio que, sin embargo, no englobaba toda la zona vinícola que se había fraguado alrededor de Utiel, renegando zonas limítrofes estrechamente vinculados a la tradición comarcal. Son los casos de los viñedos ubicados en las poblaciones conquenses de Mira, Aliaguilla o Casillas de Ranera (Talayuelas); o valencianas, como Benagéber, Villar de Tejas (Chelva), Chera, o las aldeas de La Cabezuela, Viñuelas y Los Herreros (Cortes de Pallás). E incluso en un sentido todavía más amplio, el apéndice al otro lado del río Cabriel que ha dado en 2004 el nacimiento de la D.O. Manchuela.


No obstante, a pesar de que con la llegada de la democracia se consolida la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena, las intentonas para diluir la indicación geográfica dentro de un marco valenciano capitaneado desde Valencia no han cesado. En 2011, la Generalitat Valenciana intentó que Utiel-Requena y Alicante fueran consideradas también como zona de producción de la “D.O. Valencia”, y aun pronunciándose tres sentencias firmes del Tribunal Supremo a favor de la supervivencia de la D.O.P. Utiel-Requena, once años después todavía se promueve desde Valencia que se inscriban los viñedos comarcales para que sean incorporados a la demarcación geográfica de la D.O. Valencia.


En mi opinión, la D.O. Utiel-Requena es un mecanismo esencial para avanzar unidos hacia un crecimiento del territorio abrazando aquello que nos define. Sin embargo, el perfil bajo con que ha pasado la celebración de esta fecha tan importante, nada menos que el 90 aniversario del nacimiento de la D.O. Utiel, refleja la falta de interés que caracteriza a nuestra sociedad. Es muy grave la ausencia de una conmemoración comarcal, en especial del Consejo Regulador, pero aún más grave es la dejadez que ha tenido la propia ciudad de Utiel. Estamos relegando al olvido nuestra historia, y con ella nos empequeñecemos.   

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