“El Ardacho de Tejeda”, la leyenda del héroe contra el dragón

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Varios cultos marianos aglutinan a los pueblos de las tierras de frontera entre Castilla y Valencia (Remedio, Cueva Santa, Santerón, Consolación, etc.), y de entre todos ellos destaca la Virgen de Tejeda en Garaballa. Estas devociones presentan una gran antigüedad, con una espiritualidad inherente a esos espacios que trasciende su carácter católico. Lo cual ha fraguado un rico y variado imaginario con leyendas de todo tipo. Pero personalmente, existe una historia que me impactó más que cualquier otra, cuando de pequeño mi abuelo me la contaba al “orete de la lumbre”. Una leyenda heroica y fantástica, plagada de referencias a la mitología occidental, y con un origen histórico aún más interesante: el “ARDACHO DE TEJEDA”.


Según nos cuenta la leyenda, al menos su versión utielana, el “Ardacho de Tejeda” era un lagarto gigantesco, en otros lugares lo habrían definido como “dragón”, que hacía “muchos males” devorando a devotos, peregrinos y pastores en las agrestes inmediaciones del Santuario de Tejeda. Ante tal amenaza y el temor que desprendía, las autoridades ofrecieron a un condenado a muerte su salvación si conseguía acabar con el monstruo. El presó, que no perdía nada, aceptó y decidió combatir a la bestia con ingenio. Antes de partir en su busca, colocó en la montura de su caballo un gran espejo a modo de retrovisor para ver a sus espaldas. En medio de la espesura del bosque, el ardacho se acercó sigilosamente por detrás del reo mientras montaba, pero al descubrirlo en su reflejo antes de tiempo, este se dio media vuelta y clavó una lanza en la boca del animal con que lo mató. Libre, el héroe ofreció la piel desollada del ardacho como ofrenda a la Virgen de Tejeda, donde la gente podía contemplarla.


Efectivamente, hasta su desaparición en la Guerra Civil, estuvo colgado como exvoto del Santuario un viejo pellejo de un gran reptil. Pero, ¿acaso existían cocodrilos en nuestra zona? Pues parece que si hubo, y así lo demuestra los hallazgos paleontológicos de hace más de seis millones de años en “Puente de la Vía” (Venta del Moro), pero ya estaban extintos en épocas históricas. La realidad era muy distinta, pues se trataba de un caimán traído desde Perú en 1566 como ofrenda a la Virgen de Tejeda. El cual la población local por desconocimiento lo asoció a un enorme ejemplar de ardacho o lagarto ocelado, y para explicar el origen surgió la comentada leyenda popular.


No era extraño el fenómeno de traer a la península desde América restos de peculiares animales más propios de los mitos. Pieles de cocodrilos y caimanes existen en iglesias de toda la geografía española: San Ginés (Madrid), Santa María de Mediavilla (Medina de Rioseco), ermita de Sonsoles (Ávila), catedral de Sevilla, Santiago de la Puebla (Salamanca), el Patriarca (Valencia), Bella Beata Vergine delle Grazie (Mantua, Italia), etc.


Además, muchas de las leyendas asociadas a estos restos de reptiles presentan unas líneas argumentales extremadamente similares. Lo cual hace sospechar un origen común adaptado por los habitantes de cada lugar y los cambios propios que se genera mediante la trasmisión oral. Por ejemplo, el “Cocodrillo del Sequillo” de Medina de Rioseco cuenta que mientras se construía una iglesia, los obreros veían como su obra no avanzaba, ya que era destruía a diario por un monstruoso cocodrilo. Ante esta situación acordaron indultar al preso que consiguiera dar muerte a la fiera, y así un reo se disfrazó con un traje de espejos con que reflejó al animal para propinar un certero lanzazo. Más cercano se encuentra el “Dragón del Patriarca” de Valencia, una terrible bestia que atacaba a la gente por el río Turia. Hasta que un joven y valiente caballero decidió matarlo, utilizando para ello un ingenioso traje hecho de espejos que él mismo se había construido. Según la versión, los espejos destellaron o hipnotizaron al animal, dándole tiempo para lanzarle una gran lanza que le causó la muerte.


Todas las historias presentan además recursos inspirados claramente en la mitología greco-latina, cristiana e incluso egipcia donde un héroe acaba con un monstruo. El uso del ingenio para derrotar a la bestia recuerda a Hércules y la Hidra de Lerna o Edipo y la Esfinge. La utilización de un espejo para la victoria final lo relaciona con el escudo reflector con que Perseo derrotó a Medusa. E igualmente, la pelea de un héroe con un reptil diabólico se asocia a la tradición cristiana mediante San Jorge y el dragón, cuyo célebre programa iconográfico surge del Antiguo Egipto, cuando el dios Osiris derrota a un Seth convertido en cocodrilo.


En la actualidad, al referirse a alguna persona de quien no se conocen detalles de su vida, todavía se suele decir por la zona: "Ese será el que mató al Ardacho de Tejeda". Sin embargo, es bien seguro que si visitas el municipio de Garaballa no te atacará ningún monstruoso reptil. A día de hoy, el viejo monasterio trinitario que conforma el Santuario de Tejeda es un idílico hotel donde escapar de la rutina en medio de una naturaleza serrana, dentro un edificio barroco de alto valor histórico-artístico en un enclave que rebosa magia.

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