​Warning, el juego del calamar

En estas semanas ha saltado la alarma, oyes “el juego del calamar” y puede parecer gracioso, divertido e incluso un nombre infantil que mezcla dos palabras que pueden evocar a diversiones de niños, comunes como oír hablar del juego de “churro va", “rayuela" ó 1,2,3 pollito inglés. La realidad es otra, la ficción que salta de las pantallas para convertirse en un juego macabro que los niños llevan a sus recreos y parques.

La serie de una de las plataformas más importantes televisivas, se llama así, con una catalogación de 16 años que en opinión de muchos expertos, es insuficiente por lo agresivo y cruel de su contenido. Personas con dificultades económicas aceptan un juego de supervivencia, les espera un millonario premio, eso sí, arriesgando sus vidas.

Una vez más son los niños, esas esponjas absorbentes que, no sólo por ver, si no también por escuchar, escenifican escenas de esta ficción llevando el juego a la realidad, ya son muchos los colegios que han alertado, se divierten manteniendo a un grupo de niños inmóviles, el que lo hace recibe un puñetazo, versiones variadas basadas en la serie, que estremecen tan sólo leyéndolas.

En bucle de nuevo, nos replantearnos la exposición de los niños a la tecnología, a las redes, a la televisión o incluso a la información.

Dudas sobre la vorágine que envuelve la vida actual, si somos los padres los únicos culpables de que nuestros hijos vean series no recomendadas para su edad, o los culpables de poner en sus manos dispositivos móviles que les acercan irremediablemente a todo lo que les produzca inquietud, saciando con sus móviles cualquier deseo de ver lo desconocido. 

Culpables, de una sociedad en la que en nuestras manos tenemos mundo abierto, la cuestión es si nosotros mismos, adultos de sobra, sabemos manejarnos y transmitirlo a nuestros sucesores.

Plantearnos un énfasis educacional sobre el mundo telemático y su consumo, quizás sería un primer paso, siempre teniendo en cuenta que los primeros alumnos deberíamos ser los mayores.