El verano de tu vida

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Lo de veranear o salir de vacaciones ha ido en una evolución llena de picos y cambios.


Hace cuarenta años lo de veranear era otro concepto, las vacaciones se vivían diferente, el verano era pueblo, bocata de tortilla y longaniza, calle, escondite, familia y esos amigos que llegaban de la cuidad o pueblo más grande y eran como Dios.


Todos, o casi todos, teníamos pueblo, que bendición correr por las calles sin peligro a las doce de la madrugada.


En la mayoría de casas no se planteaba viajar, alguna excursión, al rio, al pantano o a la playa era broche de oro, es más ese día era como haber salido una semana de casa.


Guardar recuerdos de esas noches de agosto, con las madres en el fresco, un grupo numeroso de vecinos que se daban cita para comentar los acontecimientos del pueblo, que por aquel entonces era difícil conocer algo más allá de lo que contara la radio.


Esa radio que te acercaba los temazos del verano que recopilábamos en una cinta, con un radio casete de doble pletina, preparados para darle "Rec" cuando el locutor dejaba de hablar, la cinta que era uno de los mayores tesoros del verano.


Pues eso era verano, después crecimos y quisimos salir, salir de viaje, estar en hoteles, conocer otras ciudades, otros países… y en ese rol seguimos,  pensando que unas vacaciones deben tener viaje, viajar y descubrir es fantástico sin duda, pero tampoco estaba nada mal conocer a tu vecino, jugar con todos los niños del barrio, o recorrer las calles del pueblo en bici.


El contraste de antes y ahora es noche y día, veranos todos el del 90 y el de hoy,  pero con las diferencias, no sólo del paso del tiempo, si no también de nuestras personalidades, de la vorágine social que nos hace creer que vacaciones sólo son fuera de casa, de nuestro pueblo o del pueblo de nuestros abuelos.


Algo que ha reconstruido la pandemia es el movimiento, el retorno a los pequeños núcleos, la vuelta a las raíces, quizás por el miedo al bicho, por el miedo a la crisis o siendo optimistas…, porque los pueblos son maravillosos, con multitud de ventajas que nos cuesta ver y a otros potenciar, pero maravillosos al fin y al cabo, de eso no tengo duda.


Así que, agosto en nuestra comarca tiene mucho de bueno para mayores y pequeños. Tenemos naturaleza, agua, gastronomía, monumentos, miles de rincones que nos quedan por descubrir, pueblos y aldeas con encanto.


El concepto vacaciones se ha ligado a viajar, pero un descanso en nuestras tierras tampoco está nada mal, si tú eres de los que prefieren salir, prueba a dejarte unos días de vacaciones en casa, para pasear, comer en nuestros restaurantes, visitar una bodega y si eres muy, muy afortunado salir al fresco, hablar con los amigos o  rodar la bici.


Tal vez, sin salir de casa, surja el verano de tu vida.

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