El horror disfrazado de sirena

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Desde hace unos días todos tenemos un trozo de nuestro ser en el fondo del mar.


La mezcla de rabia, tristeza, el dolor más profundo, un hecho quizás de los pocos con los que somos capaces de unirnos y empatizar. Todos somos, padres, madres, tíos, hermanos, sobrinos…


A todos nos estruja el corazón un hecho así.


En estos días algunos han descubierto lo que es la violencia vicaria, vamos… algo así como ser un completo monstruo, llevar al límite el dolor que puedas causar a la madre de tus hijos a costa de hacerles daño a ellos, incluso matarlos.


Me recorre un escalofrío que eriza completamente mi piel, algo tan cruel, faltan palabras , tal vez no las haya para definir algo de esta magnitud.


Sin maquillar el tema, porque es la vida la que acontece y lo hace con sucesos aterradores como este, en lo que va de año en nuestro país tres niños han sido asesinados por sus padres, si contamos a la pequeña Anna cuyo cuerpo no se ha encontrado, serían cuatro.


Desde 2013, han sido 39 menores asesinados a manos de sus progenitores o parejas de estos.


Hechos que remueven a un país, porque además de saber que un padre ha matado a sus hijas, sabemos datos concretos de como llevó a cabo la atrocidad, quizás innecesarios o no.


Información directa y clara en contraposición con el dibujo de dos sirenas que edulcora la tragedia.


Cada uno puede elegir lo que prefiera, los extremos no son buenos, está bien conocer la información, seguramente ayude a mover alguna conciencia y en el mejor de los casos a algo más, a poder distinguir una violencia así, que las víctimas sean capaces de denunciar a tiempo y a tiempo actúe la justicia.


Las otra parte, el dibujo tierno y cariñoso que esconde la aberración, una imagen que nos hace más llevadero el saber que hay mentes tan perversas, que son capaces de matar y tirar a sus hijas al mar.


El auto judicial indica que todo fue premeditado, la jueza determina la intencionalidad, para producir el mayor dolor.


Atrocidad al más alto nivel, planificación y el resto ya cualquiera lo puede leer.


Mi reflexión es, si se puede parar algo así, si alguien cree que a su alrededor puede tener un animal, una bestia de este calibre, lo que sí es claro es que “haberlas haylas” y es solo después de la tragedia cuando el círculo se atreve a verbalizar “que era un poco agresivo", o “que le hacía la vida imposible a su expareja".


Seamos más empáticos no sólo cuando el agua nos ha cubierto y el mar nos ha engullido.


Quizás individualmente todos podamos ayudar más.


Hoy para mi es suficiente, ni más horror, ni más sirenas, más mecanismos para erradicar y ayudar, para salvar, para defender y proteger a las víctimas sea cual sea su sexo.

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