¡Listos, preparados, ya!

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¡Listos, preparados, ya!


Más de un año con cambios incesantes en nuestras vidas, en nuestras costumbres en nuestros hábitos.


Leía un artículo muy interesante sobre hábitos, 21 días son suficientes para cambiar un hábito, un dato que me llevó a hacer una “cuenta rápida “ dividir 365 entre 21, total que podríamos haber cambiado 17 veces un hábito en el último año.

Sigo inmerso en el pensamiento, cambiaron tantas cosas este último año, cambió comer los sábados en casa de mi madre, cambió la celebración del cumple de mi hija, dos años consecutivos, cambió la cena de amigos de los viernes, cambió muchas veces la rutina del café, desde tomarlo con los compañeros del trabajo, tomarlo solo, tomarlo en la terraza, fumando, sin fumar a incluso coger uno para llevar y tomarlo en el coche.


Un breve ejemplo, pero hay miles de cambios más. Algunos que quizás hasta el levantamiento de restricciones no nos hemos planteado ni tan siquiera como los vamos a llevar.


Podré ir a casa de mis tíos en Sevilla, mi tía ya tiene ganas, quiere que estemos una semana, pero a mi me basta con dos días, voy pensando en cómo se lo digo para que no se ofenda, hace mucho que no nos vemos, pero una semana en su casa es demasiado.

Quiero comer con mis padres todos los domingos pero aguantar a mi cuñado se me hace cuesta arriba, podríamos plantear dividirnos en sábados y domingos, tendremos que seguir precavidos.


En Navidad evitamos las discusiones de cada año, con su familia o la mía en fin de año o Reyes, igual hasta fue un respiro saber que no podíamos estar dos núcleos de conveniencia juntos, nos quedamos en casita, tan ricamente y oye muy bien, algo nuevo y sin discusiones familiares, sin frases indirectas, sin monótonas conversaciones sobre lo maravillosa que es la mujer de mi hermano, o las indirectas de todo lo que como yo.


Llevado un tanto al extremo, sí, pero con muchas dudas sobre si estamos o no preparados para otros cambios, que anhelamos pero tal vez no hemos sopesado que hay cosas que ya hemos interiorizado, un control de un círculo cerrado donde caben pocas invasiones.


El martes podremos tomar algo hasta las 22 horas en toda nuestra Comunidad, algo que no pasaba desde hace cuatro meses, incluso hacer una cenita tempranera en algún bar, y digo tempranera porque esa es otra costumbre que podemos adoptar y que además nos igualará a los horarios europeos que tan buenos resultados dan, según cuentan. Pero en España somos diferentes, claro que si, nos gusta salir de juerga, acostarnos tarde, juntarnos muchos y además tocarnos, porque por lo general somos de contacto, somos así, ¿o éramos así?, ¿o eran hábitos?, tengo serias dudas de como nuestras cabecitas azotadas por cambios y una arraigada fatiga pandémica, van a tratar la nueva normalidad, si podremos estar tranquilamente en un local lleno, si podremos olvidar la mascarilla sin más, si seremos capaces de volver a sudar codo con codo ,una calurosa noche de agosto, en el concierto de nuestros ídolos, o comprar en un abarrotado supermercado sin distancia de seguridad.


Queremos ser libres, eso repetimos una y mil veces, olvidando que nos hemos acostumbrado a esta rara normalidad.

Comienza la desescalada, ¡listos, preparados, ya!

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