Al concierto con mi abuela

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EDITORIAL



Ayer se celebró un multitudinario concierto, el Palau San Jordi de Barcelona . Se abrían las puertas a 5000 personas, previo test de antígenos. Impulsado por la plataforma “Festivales por la cultura segura".


Ver una imagen así en los tiempos que corren no deja de sorprender, tanto es así que se ha convertido en un fenómeno en las últimas horas. Dentro del recinto con mascarilla pero sin distancia social, las medidas tuteladas por el Hospital Gemans Trias i Pujol, las autoridades asistentes, que las hubo, manifestaron que los estudios como el de este concierto permitan recuperar la normalidad de la vida cultural, con el máximo rigor y seguridad sanitaria.


Tras esta introducción que nos ubica en el tema, se crean tres bandos de opiniones, los que están totalmente de acuerdo y ven la opción de retornar a una vida medio normal, culturalmente hablando, los que lo ven fatal e irresponsable y un tercer grupo que ve las imágenes y se plantea hacer una paella el domingo e invitar a toda la familia.


¿Qué grupo es el tuyo?


La cultura, el ocio nocturno, todo el sector relacionado con música al aire libre, orquestas y un largo etcétera, son un sector que pasa momentos durísimos por la pandemia, más de un año pidiendo trabajar de forma segura. Algunos ayuntamientos han mantenido parte de las actividades culturales respetando medidas, otros en cambio han eliminado todas las opciones y propuestas.


Tal vez el “conciertazo” con 5000 personas sea demasiado, muchos tienen el miedo metido en el cuerpo, volver a una situación crítica de contagios ahora que parece verse la luz al final del túnel, pero tras todos estos meses también se plantea el volver a vivir, el buscar las fórmulas para digerir todo este cúmulo de cambios y respetando las medidas, sentir que hay actividades que todavía no han muerto.


Lo cierto es que estar entre mucha gente , disfrutando de un concierto pone los pelos de punta, el placer de tener a alguien cerca mientras bailoteas y cantas un tema de tu grupo preferido, incluso podrías llevarte a tu abuela ¡maravilloso!, pero a la vez es más que contradictorio que la vara de medir sea la que los gobernantes nos imponen, lo que permiten y lo que no, padres que no pueden ver a sus hijos jugar al fútbol, entidades que no pueden celebrar reuniones mientras los políticos si pueden hacerlo, restaurantes al 30% de aforo y todas esas  restricciones que ya conocemos mejor que la tabla de multiplicar del dos.


Volvemos a todo o no volvemos a nada, la nueva normalidad es impuesta, el que prefiere ir a comer con su familia no puede, el que vive en Requena y quiere ver a sus amigos de Cuenca no puede, es más muchos querrían disfrutar de un concierto en su pueblo y tampoco pueden.


Abocados a obedecer, cada uno dependiendo de por quien esté gobernado, ellos te darán unas medidas u otras, sumidos en las dudas, en querer vivir y salvar vidas, en buscar soluciones que unos encuentran en un concierto y otros en comer con la familia.


Visto lo visto, compraré dos entradas para el próximo concierto,  una para mi y otra para mi abuela, así podremos disfrutar un buen rato juntas.

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